Hola a tod@s:
Os dejo en este canal, una reflexión de Rafael Monje, en su columna "Déjame que te cuente" de la Edición de Fin de Semana de El Día de Valladolid, del 20 y 21 de agosto.
Os dejo en este canal, una reflexión de Rafael Monje, en su columna "Déjame que te cuente" de la Edición de Fin de Semana de El Día de Valladolid, del 20 y 21 de agosto.
"Efectivamente,
la vida en los pueblos, en los nuestros, no es un camino de rosas. Pero de ahí
a menospreciar el medio rural va un verdadero abismo. Cierto es que los
problemas no son pocos, que los servicios son cada vez más costosos y, a veces,
escasos y hasta inexistentes. Y que la dispersión y el envejecimiento son
características comunes. Lo sabemos. Aunque también veo a la gente más dispersa
y perdida en las grandes urbes que en las pequeñas y a nuestros mayores más
infelices e inseguros entre los habituales ruidos de las grandes avenidas.
¿Qué hacer? La agrupación
solidaria de servicios es, sin duda, lo más coherente, aprovechando las
aportaciones y lo mejor de cada núcleo poblacional en beneficio del conjunto de
cada comarca o zona. Lo contrario nos conduciría, de manera indefectible, a la
decepción y al absurdo.
Nuestros pueblos son ese
cordón umbilical que no se debería cortar nunca. Sería como romper con nuestra
propia esencia. "Un recuerdo feliz vale por toda una vida", decía Clarín, y así es.
¿Qué seríamos sin nuestros recuerdos más íntimos? Nada o, como poco, unos
desmemoriados. Nuestros pueblos, por pequeños que sean, son la tierra a la que
volver inexorablemente. Son la demostración evidente de que las relaciones
humanas evocan más intensidad y profundidad en los pequeños espacios que en los
grandes. Paradójicamente, aquí el tamaño no importa, porque realmente lo
pequeño se convierte en esa necesaria levadura que engrandece lo minúsculo y
donde hasta el tiempo parece extenderse sin las avilanteces urbanitas.
Envejecer es sinónimo de
logro, de perdurabilidad. Nunca debería verse como una frustración. De ahí que
la vida en los pueblos sea, sencillamente, eso, vida en medio del sosiego. Una
seña de identidad que preservar frente a la imparable globalización y que mimar
por encima de otras lógicas consideraciones. No se trata de caer en la sinrazón
o en un delirio caprichoso por un mero efecto estacional, precisamente porque
las debilidades son de sobra conocidas a lo largo de todo el año. Sin embargo,
creo de justicia reivindicar del mismo modo esas otras fortalezas que nos
aporta el extenso ámbito rural de Castilla y León, sinónimo también de
convivencia, de respeto al medio ambiente y a las tradiciones y, por ende,
ejemplo de la mejor transferencia de conocimiento.
Por todo ello, lejos de
minusvalorar lo que tenemos como propio y, a pesar de sus muchas dificultades,
conviene mostrar al menos ese legítimo orgullo de lo que nos identifica
plenamente, sin ponernos de perfil y tratando de concitar las mejores
soluciones e ideas para la supervivencia de nuestros pueblos, que es igual que
velar por nuestra propia memoria colectiva.
Como dejó escrito el poeta
argentino Juan Gelman, "no debiera arrancarse a la gente de su
tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda
dolorida. Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos
corta la memoria, la lengua, los colores. Tenemos que aprender a vivir como el
clavel del aire, propiamente del aire". Toda una lección a la que apelar
cuando escuchemos las numerosas tentaciones que ponen en peligro el día de
mañana de nuestros pueblos, porque defender lo pequeño nos hace grandes, no al
revés."
También podéis encontrarlo en el siguiente enlace.
Un texto para reflexionar sobre nuestros pueblos y el medio rural y lo importante que es garantizar su supervivencia en el futuro.
Un abrazo de vuestro Alcalde.
Alberto Magdaleno de la Viuda.